¿Qué es un problema psicológico?

A lo largo de nuestra vida aprendemos a interactuar con los distintos contextos en los que interactuamos (e. g., escuela, familia, amigos, trabajo, relaciones interpersonales, etc.). Aprendemos a resolver problemas matemáticos, a leer, nuevos idiomas, a hacer las compras, a escuchar las situaciones que aquejan a nuestros amigos, a postergar momentos de diversión para hacer nuestros deberes, incluso aprendemos a amar. En suma, aprendemos diversos comportamientos que nos son de utilidad en nuestro día a día.

No obstante, hay circunstancias en las cuales nos vemos rebasados: la pérdida de un familiar, una infidelidad, la educación de nuestros hijos, la desconfianza insoportable que sentimos hacia nuestra pareja, etc. Y, aunque intentamos afrontarlas lo mejor que podamos, a veces nuestros intentos pueden llegar a convertirse en un problema. Es decir, nuestros intentos de solución pueden no ser fructíferos en la solución de nuestros conflictos. Es ahí donde decimos que surge un problema psicológico: en la dificultad de adaptarnos a nuestro contexto (laboral, familiar, de pareja, educativo, personal, etc.).

¿que es un problema psicologico?

¿Cómo afronta el terapeuta las problemáticas traídas a terapia?

Aquellos que nos dedicamos a la psicoterapia, hemos pasado por un proceso de formación en el que APRENDEMOS a analizar las problemáticas que nuestros consultantes traen a terapia.

Así como aprendemos a afrontar problemas de nuestra vida cotidiana como, por ejemplo, aprender a cocinar nuestros alimentos, los terapeutas aprendemos a analizar las problemáticas que afrontamos en nuestra labor.

En pocas palabras, se nos ha enseñado a entender el comportamiento.

¿Cómo me ayuda un terapeuta?

La herramienta primordial e insustituible que tenemos para realizar un análisis de las problemáticas que se nos presentan en consulta, es el Análisis Funcional de la conducta.

El Análisis Funcional es la herramienta analítica que nos permite responder a la pregunta: ¿cómo y por qué se mantiene un comportamiento?, y, al responder a dicha pregunta, podemos dar respuesta a esta otra: ¿qué podemos hacer para cambiarlo? Es decir, dicho análisis nos permitirá, en alianza con nuestros consultantes, conocer el problema y proponer rutas de solución.

Tratamientos Psicologicos

¿Qué es un tratamiento psicológico?

Una vez que hemos analizado el caso de nuestros consultantes, podremos comenzar a idear la forma en la que intervendremos, es decir, contaremos con la información necesaria para diseñar un tratamiento psicológico. En pocas palabras, el tratamiento será el medio a través del cual el terapeuta, junto con el consultante de forma activa, llevará a cabo los procesos para modificar las conductas necesarias de ser cambiadas, y así poder lograr que el consultante logre superar las situaciones que trae a terapia.

Diversos tratamientos para diversas problemáticas…

Si bien la herramienta principal que tenemos para entender las problemáticas que llegan a terapia es el Análisis Funcional, existen diversos tratamientos que han sido diseñados para resolver problemáticas particulares, cuya eficacia ha sido probada a través de estudios. En Wandelethos podrás encontrar a terapeutas que han estudiado uno o varios de esos tratamientos: formas de intervención populares como la terapia Cognitiva-Conductual, o formas menos conocidas, como las llamadas terapias de tercera generación. No obstante, la forma de intervención que seguirás con tu terapeuta siempre partirá del análisis que se realice de la problemática que presentes en consulta. Es importante que, una vez realizado dicho análisis, tu terapeuta te explique a detalle la forma en la que se va a intervenir (viz., el tratamiento a seguir), y los objetivos que se perseguirán.

Si bien hemos hecho hincapié en la importancia de realizar un buen análisis de los problemas, es importante señalar que la terapia de conducta ha sufrido cambios desde su surgimiento. Los especialistas dividen la terapia de conducta en terapias de primera, segunda y tercera generación. La terapia de conducta clásica comprende la primera generación, mientras que la terapia cognitiva conductual y las terapias contextuales comprenden la segunda y tercera generación de terapias de conducta, respectivamente.

Respetando la cronología delineada, a mediados de la década de 1950, surge la terapia de conducta, como una puesta en práctica de los principios científicos encontrados en los laboratorios de análisis experimental de la conducta, y como rebelión a lo que en ese entonces era la terapia por antonomasia: el psicoanálisis. En respuesta a la aproximación psicoanalítica, la cual centra su atención en el estudio del inconsciente del paciente, la terapia de conducta de primera generación se caracterizó por prestarle especial atención al contexto donde se desarrollan las problemáticas psicológicas y a la historia de la persona que acude a terapia.

A lo largo de 1970 comienza a hablarse de terapias cognitivas. Con el surgimiento de la terapia racional emotiva de Albert Ellis y la terapia de cognitiva para la depresión de Aaron Beck. Mientras que el modelo de la terapia de conducta comprendía a un organismo interactuando con su medio, el modelo de la terapia cognitiva está mediado por el aparato cognitivo del organismo (pensamientos, creencias, expectativas, etc.). Si bien prestar atención a los pensamientos supuso un aporte importante por parte de los terapeutas cognitivos, asumir que los problemas psicológicos son consecuencia de nuestras cogniciones supuso un gran problema. Esto tuvo como consecuencia que la terapia de segunda generación se apartara de la naturaleza contextual de la terapia de primera generación, y adoptara un modelo computacional y médico en la comprensión de los problemas psicológicos.

terapias contextuales

La tercera generación de la terapia de conducta, también conocida como terapias contextuales, tiene su aparición de la década de 1990. Debe quedar claro que se trata de un conjunto de terapias que, sin embargo, se caracterizan por tener un sello fuertemente contextual. Frente a la descontextualización de los problemas psicológicos por parte de la segunda generación de la terapia de conducta, al comprender las problemáticas psicológicas como producto de nuestras cogniciones o, si se quiere, mediada por éstas, las terapias contextuales suponen un retorno a la posición contextualista de la terapia de primera generación de conducta. El replanteamiento contextual es importante en nuestros tiempos, donde la visión “médica” o “modelo del déficit” domina en la comprensión de lo psicológico. Mientras que la visión médica sugiere la existencia de un déficit psicológico como punto de partida de los llamados “trastornos mentales”, la posición contextual supone entender las problemáticas en el contexto de vida de la persona, donde sus intentos de solución no han sido efectivos en la resolución de su problemática convirtiéndose, muchas veces, en parte del problema (piénsese en quedarse en casa como respuesta a un sentimiento de tristeza profundo. A largo plazo, la misma respuesta terminará siendo parte del problema por sus consecuencias: pérdida de amistades, sentimiento de soledad, etc.).

¡La intervención siempre es individualizada!

terapia individualizada

A pesar de que la psicoterapia ha sufrido un gran desarrollo desde su surgimiento, el mayor peso recae sobre la evaluación que el terapeuta realice del caso, pues le permitirá entender cómo es que el o los problemas surgen, y cómo es que éstos se mantienen. Una vez que esto esté establecido, el terapeuta contará con la información necesaria para saber cómo intervenir.

Es decir, NO HAY UNA APLICACIÓN DE MANUAL para un caso. Todos tenemos una historia distinta, lo cual nos hace únicos, y es de primera importancia que el terapeuta comprenda esa individualidad. RECUERDA, aquello que llamamos problemas psicológicos tienen que ver con nuestra historia y la forma en que afrontamos las situaciones que nos aquejan, por lo que no hay un tratamiento universal para una problemática en particular.

Con esto queremos decir que no hay UNA solución para la depresión, ansiedad, celos, falta de comunicación en pareja, berrinches, etc. Tu terapeuta cuenta con las habilidades requeridas para comprenderte y, así, poder encontrar en conjunto una solución a tu problemática.